martes, 18 de enero de 2011

BENARRABÁ-GENALGUACIL-BENARRABÁ




Ya tenía ganas de conocer más senderos del interior de la Serranía de Ronda. Ahora ha sido la ocasión propicia, con esta ruta por el valle del río Genal.
Hemos salido de Jimena tempranito (me acompañan Tèllez y Contreras), con la intención de estar en San Pablo de Buceite ( punto de reunión), a las 08,30 de la mañana.  El día amanece fresquito y sin nubes. Se esperaba un día soleado y templado. Así fue.
 Onda Jimena

    Desde el principio ya empiezo a disfrutar con los paisajes y con el amanecer. Casi de noche, pongo en funcionamiento la cámara.
Sierra Crestellina (Casares)

Camino de Benarrabá, la primera parada la hacemos en Gaucín. Allí contemplamos las sierras de Casares y el valle del Genal invadida por la bruma, desde uno de los miradores. Al fondo, también aparece Gibraltar.

Gaucín
 El Sol empezaba a asomarse tras las sierras que rodean Gaucín.
 El Hacho de Gaucín
Allí, en el suelo que pisamos, me encuentro numerosos fósiles de ammonites, incrustados en la piedra.
Eran animales de concha única en forma de espiral con ornamentación a modo de costillas. Son fósiles que aparecen en rocas del Jurásico. Están emparentados con los cefalópodos actuales (pulpos, sepias, calamares,...)
Cuando estábamos entretenidos con estos fósiles, pasaron otros coches con miembros de Caminete de Luna. Optamos por seguir camino hacia Benarrabá. Pero poco duró, porque nada más ponernos en marcha, a unos pocos cientos de metros, paramos otra vez para contemplar el otro valle, el del Guadiaro.  



 Cortes de la Frontera

Aparecía cubierto de una espesa  y blanca niebla. Sólo emergían las cumbres de los montes de Cortes de la Frontera. Por el valle parecía que corría un río de nieve.
Por fin, llegamos a Benarrabá. Es un pueblo con encanto.(pinche aquí)
Dejamos el coche (que ya tenía ganas de dejarlo). Sacamos las fotitos de recuerdo todos juntos. Y emprendimos la marcha. desde una de las mismas calles del pueblo. 
¡ Qué bajada más bonita! Todo cubierto de un frondoso bosque de castaños, alcornoques y matorral.
Fumarias
Al principio el camino era ancho y sin problemas. Poco a poco se fue estrechando y  cada vez más inclinado. Esto hizo crear cierta dificultad, solamente aliviada, por el rumor cristalino que llegaba desde el valle. El suelo, de negra pizarra.
Genalguacil, al fondo


 Aprovechamos para degustar unas exquisitas y enormes murtas (frutos del mirto, así llamados en Jimena).
 

 naranjos y chopos
Llegada al valle, en la conjunción de los ríos Genal y Almarchal, y primer descanso, con el deseado bocata para reponer fuerzas.
El amigo Téllez sacó de su mochila (como un mago, un conejo de su chistera) una ristra de chorizos. Preparó un fuego,  acompañado por  Contreras que lo abasteció de combustible, y en un plisplás, dimos buena cuenta de ese manjar. ¡Gracias Juan, por el detalle! 

 Rio Genal
Nos faltaba este tramo de subida.
Si la bajada era bonita, la subida fue mejor. El sendero discurre  zigzagueante por la umbría, en plena serranía. Ni que decir tiene, que es una gozada caminar por semejantes lugares.
 Sierra Crestellina


Benarrabá
 A nuestra vista quedan altos cerros, cubiertos de verde; manchas blancas, producidas por los almendros en flor, en las empinadas laderas. Y naranjos, indicando el lugar que ocupan viejas casas, ya en ruinas.
Cruzamos una pista . La señal , curva a la derecha , coincide con el sendero por el Cordel de la Umbría del Genal.
Los helechos abundan en estas zonas húmedas y sombreadas.
doradilla, buen remedio para la piedra en el riñón
Y  así, en amigable charla con los amigos jimenatos y sampableños, llegamos a Genalguacil, otro pueblo con encanto. 







Es un museo al aire libre. Sus  blancas y empinadas calles, que hacen el papel de salas, acogen numerosas esculturas. Las podemos encontrar en cualquier recoveco (sobre un muro, en una pared, en una fuente,…). Otro día volveré, seguro.
leguminosa
 En las cercanías del pueblo, encontraremos pequeños huertos que han  situado en bancales, para salvar la inclinación del terreno.
Repusimos fuerzas y volvimos sobre nuestros pasos para llegar otra vez al río. La bajada, sin problemas. Pero el cansancio empieza a hacer mella.  Casi al final, en el huerto de una casa en ruinas, degustamos unas naranjitas. Supieron a gloria.

 horno de pan
Llegamos otra vez al río. Un pequeño descanso vino de perillas, porque todavía quedaba la guinda al pastel con la subida final a Benarrabá.

Romulea ramiflora, a orillas del río
 Confluencia de los dos ríos (Genal y Almarchal).
 El Genal desde la pista que lleva a Benarrabá
Ruinas de un viejo molino
 Benarrabá volvió a aparecer en al lejanía
Genalguacil cada vez más lejos.
Como cada uno subía a su ritmo, nos desperdigamos. Algunos, cogieron por una pista ; otros, nos desviamos por un sendero que no daba tregua ( fue la opción más dura). Me lo tomé con calma. Veía algunas casas. Pero yo creo que tenía alucinaciones. Cuando parecía que ya había llegado a sus proximidades, desaparecían. Y así varias veces.

Llegué al pueblo (me parecía mentira), en las cercanías del hotel, sin agua, cansado a tope, las baterías descargadas, con un montón de fotos,  con ganas de café,… Y, milagrosamente, la hernia no dijo ni pío. ¡Qué maravilla! En total fueron unos once kilómetros de senderos y cuestas.
Todavía quedaba más de media hora de viaje hasta Jimena en la que, el incombustible Contreras, no paró ni un momento de comentar las incidencias de la ruta . Incluso nos  hizo parar, para abastecernos de agua en una fuente, junto a la carretera.
Y ya estoy pensando en la próxima, a Sierra Valleja, en tierras arcenses, este miércoles (es que los caminantes no tenemos arreglo). Hasta la próxima.

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